domingo, 11 de diciembre de 2022

Los engaños del tiempo del fin

“Merced a los dos grandes errores, el de la inmortalidad del alma y el de la santidad del domingo, Satanás someterá a la gente bajo sus engaños. Mientras el primero pone el fundamento del espiritismo, el segundo crea un lazo de simpatía con Roma” (CS, 574).

I. EL MISTICISMO

Las fuertes oleadas del misticismo han inundado nuestro mundo. La palabra “misticismo” es un término complejo que encierra una gran variedad de ideas. Desde una perspectiva religiosa, la palabra implica la unión de la persona con lo divino o absoluto en algún tipo de experiencia espiritual, o trance. Esto caracteriza la experiencia de adoración de ciertas iglesias, inclusive. Los fenómenos pueden variar en forma e intensidad, pero la tendencia siempre es a reemplazar la autoridad de la Palabra escrita de Dios por las experiencias subjetivas individuales. Sea como fuere, la Biblia pierde gran parte de su función doctrinal y el cristiano se vuelve vulnerable a sus propias experiencias. Este tipo de religión subjetiva no ofrece una protección contra ningún engaño, especialmente los del tiempo del fin.

Lee Mateo 7:21 al 27. A la luz de estas palabras de Jesús, ¿qué significa construir nuestra casa espiritual “sobre la roca” y construirla “sobre la arena”?

Existe una fuerte tendencia en el mundo cristiano posmoderno a minimizar la relevancia de las doctrinas bíblicas, y a considerarlas tediosos ecos de una forma obsoleta de religión. En este proceso, la persona de Cristo reemplaza artificialmente a las enseñanzas de Cristo, al argumentar, por ejemplo, que una u otra historia bíblica no puede ser cierta porque Jesús, como ellos lo perciben, nunca hubiera permitido que eso sucediera como está escrito. Los sentimientos y el gusto personales terminan siendo el criterio para interpretar las Escrituras o hasta para rechazar de plano lo que la Biblia enseña claramente, con frecuencia sobre la obediencia a Dios, lo que, como enseñó Jesús, es esencial para construir una casa sobre la roca.

Quienes piensan que no importa lo que ellos crean doctrinalmente mientras crean en Jesucristo, están en terreno peligroso. Los inquisidores romanos que condenaron a muerte a un sinnúmero de protestantes creían en Jesucristo. Quienes habían “echa[do] fuera demonios” en el nombre de Cristo (Mat. 7:22) creían en él. “La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen, es uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la verdad recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí que trate siempre de sustituirla con falsas teorías, con fábulas y con otro evangelio” (CS 511).

"Cierta opinión espuria se está diseminando ahora por todas partes con respecto al amor de Jesús, es a saber, que debemos permanecer en su amor, y que todo lo que necesitamos es tener fe en él. Pero esas almas deben ser instruidas de tal modo que lleguen a saber que cuando el amor de Jesús se halla en el corazón, nos inducirá a la humildad de vida y a la obediencia a todos sus mandamientos. “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. 1 Juan 2:4. El amor de Jesús que no pasa de los labios no salvará a nadie, y será en cambio un gran engaño…

Los que rechazan la verdad de la Biblia lo hacen con el pretexto de amar a Jesús. Los que aman a Jesús manifestarán su amor siendo hijos obedientes. Serán hacedores de la Palabra, y no meros oidores. No andarán diciendo continuamente: “Todo lo que tenemos que hacer es creer en Jesús”. Esto es verdad cuando se lo entiende en su pleno sentido; pero ellos no comprenden, no aceptan ese pleno sentido. Creer en Jesús significa aceptarlo como Redentor, como Modelo. Todos los que aman a Jesús deben seguir su ejemplo. Deben relacionarse con Jesús tan íntimamente como el pámpano con la vid viviente" (CCD,  297).

La naturaleza humana es vacilante. Los hombres captan la verdad con su capacidad de percepción, pero rehúsan apartarse del mundo. No consienten en ser el pueblo especial de Dios. Conocen la verdad de la Biblia, pero no desean obedecerla y se apartan de ella. Ejercitan su incredulidad y las tinieblas descienden sobre sus almas. Por haber escogido su camino se los deja para que sean llenados con sus propias inclinaciones. La verdad es insultada, Cristo es ignorado y su suerte será la perdición, a menos que retomen y se arrepientan (Alza tus ojos, 16).

El sentimiento y la fe son tan distintos uno del otro como lo es el este del oeste. La fe no depende de los sentimientos. Debiéramos dedicarnos diariamente a Dios, y creer que Cristo comprende y acepta el sacrificio, sin examinarnos a nosotros mismos, para ver si tenemos ese grado de sentimientos que pensamos que debe corresponder a nuestra fe. ¿No tenemos la seguridad de que nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a aquellos que lo piden con fe de lo que los padres lo están para dar buenos dones a sus hijos? Debiéramos avanzar como si oyéramos la respuesta de Dios, de Aquel cuyas promesas nunca fallan, dada a la oración enviada a su trono. Cuando hagamos esto, las nieblas y las nubes serán disipadas, y pasaremos de las sombras de las tinieblas a la clara luz de su presencia (2MCP, 556).

¿Cómo podemos luchar contra la tendencia humana de permitir que nuestras emociones y deseos nos impulsen a hacer cosas contrarias a la Palabra de Dios?

II. ECM (EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE)

Algunos de los argumentos modernos más populares para “demostrar” la teoría de la inmortalidad natural del alma son las “experiencias cercanas a la muerte”. En su libro Vida después de la vida: Nuevas investigaciones sobre el fenómeno de la supervivencia tras la muerte física, Raymond A. Moody (h) presentó los resultados de un estudio de cinco años en más de cien personas que experimentaron “muerte clínica” y revivieron. Estas personas afirmaron haber visto a un ser de luz amoroso y cálido antes de volver a la vida. A esto se lo ha considerado una “evidencia emocionante de la supervivencia del espíritu humano más allá de la muerte” (contraportada). Con los años, se han publicado muchos otros libros similares que promueven la misma idea. (Ver la lección 2.)

Lee los relatos de la resurrección de 1 Reyes 17:22 al 24; 2 Reyes 4:34 al 37; Marcos 5:41 al 43; Lucas 7:14 al 17; y Juan 11:40 al 44. ¿Cuántos de ellos hablan de algún tipo de existencia consciente en la muerte por parte de los que resucitaron y por qué es importante esa respuesta?

Todas las experiencias cercanas a la muerte informadas en la literatura moderna pertenecen a personas consideradas clínicamente muertas, pero no realmente muertas; en contraste con Lázaro, quien estuvo muerto durante cuatro días y cuyo cadáver ya se estaba corrompiendo (Juan 11:39). Ni Lázaro ni ninguno de los resucitados de entre los muertos en los tiempos bíblicos mencionaron alguna experiencia en el más allá, ya sea en el paraíso, en el purgatorio o en el infierno. Por supuesto, este argumento parte del silencio, ¡pero concuerda plenamente con las enseñanzas bíblicas sobre el estado inconsciente de los muertos!

Pero ¿qué sucede con las experiencias “cercanas a la muerte” que se exponen tan comúnmente hoy? Si aceptamos la enseñanza bíblica de la inconsciencia de los muertos (Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:10), entonces básicamente nos quedan dos posibilidades: o es una alucinación psicoquímica natural bajo condiciones extremas; o puede ser una experiencia satánica, engañosa y sobrenatural (2 Cor. 11:14). 

De hecho, el engaño satánico podría ser la explicación, ¡especialmente porque en algunos casos estas personas afirman haber hablado con sus parientes muertos! Pero podría ser una combinación de ambos factores.

El príncipe de las tinieblas, que por tanto tiempo ha estado empleando los poderes de su inteligencia superior en la obra de engaño, adapta hábilmente sus tentaciones a los hombres de todas las clases y condiciones. A las personas cultas y refinadas les presenta el espiritismo bajo sus aspectos más sutiles e intelectuales, y así consigue atraer a muchos a sus redes. La sabiduría que comunica el espiritismo es la que describe el apóstol Santiago, la cual “no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica”. Santiago 3:15. Y esto es, precisamente, lo que encubre el gran seductor cuando el sigilo es lo que más conviene a sus fines. El que, vestido con el brillo de celestiales serafines, pudo aparecer ante Cristo para tentarle en el desierto, suele presentarse también a los hombres del modo más atractivo, cual si fuere ángel de luz. Apela a la razón por la presentación de temas elevados; deleita los sentidos con escenas que cautivan y conquistan los afectos por medio de imágenes elocuentes de amor y caridad. Excita la imaginación en sublimes arrebatos e induce a los hombres a enorgullecerse tanto de su propia sabiduría, que en el fondo de su corazón desprecian al Dios eterno. Ese ser poderoso que pudo transportar al Redentor del mundo a un altísimo monte y poner ante su vista todos los reinos y la gloria de la tierra, presentará sus tentaciones a los hombres y pervertirá los sentidos de todos los que no estén protegidos por el poder divino (CS, 541, 542).

La sola palabra hechicería ahora provoca desprecio. La pretensión de que los hombres puedan comunicarse con los espíritus se considera una fábula de la Edad Media. Pero el espiritismo, ese engaño colosal cuyos conversos se cuentan por centenares de miles, e incluso de millones, que ha incursionado en los círculos científicos, que ha invadido las iglesias, que ha sido recibido en los cuerpos legislativos e incluso en las cortes de los reyes, es solo un reavivamiento, con un nuevo disfraz, de la hechicería condenada y prohibida en la antigüedad (HR, 414).

Con este engaño generalizado, y tan convincente para muchos, es crucial que nos apeguemos firmemente a la enseñanza de la Palabra de Dios, a pesar de cualquier experiencia que nosotros u otros podamos tener que vaya en contra de lo que enseña la Biblia.

Qué interesante es que las ECM muchas veces ahora conlleven la insignia de “ciencia”. ¿Qué nos enseña esto acerca de cuán cuidadosos debemos ser incluso con las cosas que la ciencia supuestamente “demuestra”?

III. LA REENCARNACIÓN

La noción pagana de un alma inmortal brinda la base para la teoría antibíblica de la reencarnación, o transmigración del alma. Algunas de las principales religiones del mundo han adoptado esta teoría. Si bien la mayoría de los cristianos cree en la existencia de un alma inmortal que habita permanentemente en un cielo o un infierno después de la muerte, los que creen en la reencarnación sostienen que esa alma inmortal pasa por muchos ciclos de muerte y renacimiento del cuerpo aquí, en la Tierra.

Algunos piensan que la reencarnación es un proceso de evolución espiritual que permite que el espíritu alcance niveles cada vez mayores de conocimiento y moralidad en su viaje hacia la perfección. Los hindúes creen que el alma eterna pasa por una progresión de conciencia, o “samsara”, en seis clases de vida: acuáticos, plantas, reptiles e insectos, aves, animales y seres humanos, incluyendo a los ciudadanos del cielo.

Lee Hebreos 9:25 al 28 y 1 Pedro 3:18. Si Jesús murió solo “una sola vez” (Heb. 9:28; 1 Ped. 3:18), y de la misma manera todos los seres humanos mueren “una sola vez” (Heb. 9:27), ¿por qué incluso algunos que alegan ser cristianos creen en alguna forma de reencarnación?

Muchos creen no en lo que deberían creer, sino en lo que quieren creer. Si una teoría les brinda paz existencial y consuelo, para ellos eso es suficiente para resolver el debate. Pero, para quienes se toman la Biblia en serio, no es posible aceptar la teoría de la reencarnación.

Satanás seduce hoy día a los hombres como sedujo a Eva en el Edén, lisonjeándolos, alentando en ellos el deseo de conocimientos prohibidos y despertando en ellos la ambición de exaltarse a sí mismos. Fue alimentando esos males como cayó él mismo, y por ellos trata de acarrear la ruina de los hombres. “Y seréis como Dios —dijo él—, conocedores del bien y del mal”. Génesis 3:5 (VM). El espiritismo enseña “que el hombre es un ser susceptible de adelanto; que su destino consiste en progresar desde su nacimiento, aun hasta la eternidad, hacia la divinidad”. Y además que “cada inteligencia se juzgará a sí misma y no será juzgada por otra”. “El juicio será justo, porque será el juicio que uno haga de sí mismo […]. El tribunal está interiormente en vosotros”. Un maestro espiritista dijo que cuando “la conciencia espiritual” se despertó en él: “Todos mis semejantes eran semidioses no caídos”. Y otro dice: “Todo ser justo y perfecto es Cristo”.

Así, en lugar de la justicia y perfección del Dios infinito que es el verdadero objeto de la adoración; en lugar de la justicia perfecta de la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana, Satanás ha colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto al error, como único objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del carácter. Eso no es progreso, sino retroceso (El conflicto de los siglos, p. 542).
1. Esta teoría contradice las enseñanzas bíblicas de la mortalidad del “alma” y la resurrección del cuerpo (1 Tes. 4:13-18).

2. Niega la doctrina de la salvación por gracia mediante la fe en la obra redentora de Jesucristo (Efe. 2:8-10), y la reemplaza por obras humanas.

3. La teoría contradice la enseñanza bíblica de que las decisiones que tomamos en esta vida deciden nuestro destino eterno (Mat. 22:1-14; 25:31-46).

4. Esta teoría minimiza el significado y la relevancia de la segunda venida de Cristo (Juan 14:1-3).

5. La teoría propone oportunidades después de la muerte para que alguien todavía supere los escollos de su vida, lo cual no es bíblico (Heb. 9:27).

"Satanás estaba tratando de privar a los hombres del conocimiento de Dios, de desviar su atención del templo de Dios, y establecer su propio reino. Su contienda por la supremacía había parecido tener casi completo éxito. Es cierto que en toda generación Dios había tenido sus agentes. Aun entre los paganos, había hombres por medio de quienes Cristo estaba obrando para elevar el pueblo de su pecado y degradación. Pero eran despreciados y odiados. A muchos se les había dado muerte. La obscura sombra que Satanás había echado sobre el mundo se volvía cada vez más densa.

Mediante el paganismo, Satanás había apartado de Dios a los hombres durante muchos siglos; pero al pervertir la fe de Israel había obtenido su mayor triunfo. Al contemplar y adorar sus propias concepciones, los paganos habían perdido el conocimiento de Dios, y se habían ido corrompiendo cada vez más. Así había sucedido también con Israel. El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras, que es fundamento de toda religión pagana, era ya principio de la religión judaica. Satanás lo había implantado; y doquiera se lo adopte, los hombres no tienen defensa contra el pecado (DTG, 26).

En resumen, no hay lugar para la idea de la reencarnación en la fe cristiana.

IV. CULTO A LA NIGROMANCIA Y A LOS ANTEPASADOS

La palabra “nigromancia” deriva de los términos griegos nekros (muerto) y manteia (adivinación). Practicada desde la antigüedad, la nigromancia es una forma de convocar a los supuestos espíritus activos de los muertos para adquirir conocimiento, a menudo sobre acontecimientos futuros. En tanto, el culto a los antepasados es la costumbre de venerar a los antepasados fallecidos porque todavía se los considera familia y porque sus espíritus pueden influir sobre los asuntos de los vivos. Estas prácticas paganas pueden resultar muy atractivas para quienes creen en un alma inmortal y que también extrañan a sus seres queridos fallecidos.

Lee 1 Samuel 28:3 al 25. ¿Qué lecciones espirituales contra cualquier supuesta comunicación con los muertos se pueden extraer de la experiencia de Saúl con la adivina de Endor?

La Biblia expone muy claramente que todos los espiritistas, médiums, hechiceros y nigromantes que hubieran en el pueblo de Israel eran abominaciones a Jehová y debían morir apedreados (Lev. 19:31; 20:6, 27; Deut. 18:9-14). De conformidad con esta ley, Saúl había destruido a todos los médiums y espiritistas de Israel (1 Sam. 28:3, 9).

Pero luego, después de que Dios lo rechazara, el mismo Saúl fue a la ciudad cananea de Endor para consultar a una médium (1 Sam. 28:6, 7, 15; comparar con Jos. 17:11; Sal. 83:10). Le pidió que trajera al fallecido profeta Samuel, quien supuestamente ascendió en una aparición nigromántica y habló con Saúl (1 Sam. 28:13-19). El espíritu engañador, que se hacía pasar por Samuel, le dijo a Saúl:

“Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos” (1 Sam. 28:19). Al predecir la muerte de Saúl, ese espíritu engañador, que simplemente adoptó la forma de Samuel, reafirmó la teoría antibíblica de la inmortalidad natural del alma. Fue un engaño poderoso, y Saúl debería haberlo pensado mejor antes de participar en algo que había condenado anteriormente.

"Al predecir la perdición de Saúl por medio de la pitonisa de Endor, Satanás quería entrampar al pueblo de Israel. Esperaba que dicho pueblo llegaría a tener confianza en la pitonisa, y se vería inducido a consultarla. Así se apartaría de Dios como su consejero, y se colocaría bajo la dirección de Satanás. La seducción por medio de la cual el espiritismo atrae a las multitudes es su supuesto poder de descorrer el velo del futuro y revelar a los hombres lo que Dios ocultó. Dios nos reveló en su Palabra los grandes acontecimientos del porvenir, todo lo que es esencial que sepamos, y nos ha dado una guía segura para nuestros pies en medio de los peligros; pero Satanás quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos descontentos de su condición en la vida, e inducirlos a procurar el conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar lo que les reveló en su santa Palabra (PP, 742).

Más de dos siglos después, el profeta Isaías escribió: “Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8:19, 20; ver también Isa. 19:3).

¿Con qué frecuencia, bajo estrés, hacemos cosas que sabemos que están mal? ¿Por qué la fe, la oración y la obediencia a la Palabra de Dios son nuestra única defensa segura contra nosotros mismos?

"En esta era de degeneración Satanás domina a los que se apartan de lo recto y se aventuran sobre su terreno. Ejercita su poder sobre los tales en forma alarmante. Me fueron señaladas estas palabras: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal”. Colosenses 2:18. Se me ha mostrado que algunos satisfacen su curiosidad y juegan con el diablo. No tienen verdadera fe en el espiritismo y retrocederían horrorizados al pensar en ser un médium. Sin embargo, se aventuran a colocarse en una posición donde Satanás puede ejercer su poder sobre ellos. Los tales no se proponen penetrar hondo en esta obra; pero no saben lo que están haciendo. Se están aventurando en el terreno del diablo, y lo están tentando a que los domine. Este poderoso destructor los considera como su presa legítima, y ejerce su poder sobre ellos contra la voluntad de los mismos. Cuando desean dominarse no pueden. Entregaron su mente a Satanás, y él no renuncia a ella, sino que los mantiene cautivos. Solo el poder de Dios puede librar al alma entrampada, en respuesta a las fervientes oraciones de sus fieles discípulos (1TI, 269, 270).

IV. LAS PERSONIFICACIONES Y OTRAS APARICIONES

Las personificaciones demoníacas de los muertos y otras apariciones demoníacas son similares a la nigromancia. Pueden tomar la forma de un familiar, un amigo o cualquier persona fallecida. Tanto la apariencia física como la voz son muy similares a las del difunto. Todos estos engaños satánicos se utilizarán para engañar a quienes no estén firmemente arraigados en la Palabra de Dios. Elena de White advierte: “Esos espíritus mentirosos representan a los apóstoles como contradiciendo lo que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo durante su permanencia en la Tierra” (CS 544-545). Y además: “El acto que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se hará pasar por Cristo” (CS 608).

Lee 2 Corintios 11:14 y 15; y Efesios 6:10 al 18. ¿Cuáles deberían ser nuestras salvaguardas contra esos engaños demoníacos?

El apóstol Pablo nos advierte que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12). Podemos estar protegidos contra estos engaños solo si nos vestimos con “toda la armadura de Dios” (Efe. 6:13), que se describe en Efesios 6:13 al 18.

Las personificaciones y las apariciones satánicas pueden ser muy alarmantes y engañosas, pero no pueden engañar a quienes Dios protege y están cimentados en la Palabra de Dios. Desde una perspectiva doctrinal, quienes creen en la doctrina bíblica de la inmortalidad condicional de los seres humanos saben que cualquier aparición o comunicación con los muertos es de origen satánico y debe rechazarse mediante la poderosa gracia de Dios. Nuevamente, no importa cuán poderosa, convincente y aparentemente real sea la manifestación, siempre debemos permanecer firmes en la enseñanza de que los muertos duermen en la tumba.

Sin embargo, imagínate que pierdes a un ser querido y luego crees que ese mismo ser querido se te aparece. Y te expresa amor. Y te dice cuánto te extraña. Y dice cosas que, sí, solo él sabía. Y dice que ahora está en un lugar mejor. Si una persona no está absolutamente cimentada en lo que la Biblia enseña sobre el estado de los muertos, piensa con qué facilidad podría caer en este engaño. Especialmente porque también quiere creerlo.

¿Qué significa ponerse “toda la armadura de Dios”? En un sentido práctico y cotidiano, ¿cómo hacemos esto en cada esfera de nuestra vida, no solo al enfrentar los engaños del tiempo del fin?

"Los mortales seducidos están adorando a los malos ángeles, creyendo que son los espíritus de sus deudos difuntos. La Palabra de Dios declara expresamente que los muertos ya no tienen parte en nada de lo que se hace debajo del sol. Los espiritistas dicen que los muertos saben todo lo que se hace debajo del sol; que se comunican con sus amigos de la tierra, que les dan valiosa información y ejecutan prodigios. “No alabarán los muertos a JAH, ni cuantos descienden al silencio; pero nosotros bendeciremos a JAH desde ahora y para siempre. Aleluya”. Salmo 115:17. Satanás transformado en ángel de luz, obra con todo engaño de injusticia. El que pudo arrebatar al Hijo de Dios, cuando fue hecho poco inferior a los ángeles, y colocado sobre el pináculo del templo, y llevado a la cumbre de una montaña altísima para presentarle los reinos del mundo, puede ejercer su poder sobre la familia humana, que en fuerza y sabiduría es muy inferior al Hijo de Dios, aun después que él hubo asumido la naturaleza humana". (1TI, 269).

La teoría de un alma inmortal que sufre eternamente en un infierno siempre en llamas contradice la enseñanza bíblica de que en el cielo nuevo y la Tierra Nueva “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto” (Apoc. 21:4). Si fuera cierta la teoría de un infierno eterno y ardiente, entonces la “segunda muerte” no erradicaría el pecado ni a los pecadores del Universo, sino que solo los confinaría en un infierno eterno de dolor y llanto. Es más: En este caso, el Universo nunca se restauraría completamente a su perfección original. Pero ¡alabado sea el Señor, porque la Biblia pinta un cuadro completamente diferente!

Lee Isaías 25:8, y Apocalipsis 7:17 y 21:4. ¿Qué consuelo y esperanza pueden traernos estos pasajes en medio de las pruebas y el sufrimiento de este mundo actual?

La vida puede ser muy dura, injusta, cruel. El frío abrazo de la muerte violentamente nos arrebata a algunas personas muy entrañables para nosotros; otras llegan sutilmente a nuestra vida, nos roban los sentimientos y luego se van como si nada hubiera pasado. Qué terrible es ser traicionado por alguien a quien amamos y en quien confiamos.

Hay momentos en los que, con el corazón roto, hasta podemos preguntarnos si vale la pena seguir viviendo. Sin embargo, independientemente de nuestros pesares, Dios siempre está dispuesto a enjugar toda lágrima de nuestras mejillas. Pero, algunas de nuestras lágrimas más profundas seguirán fluyendo hasta ese glorioso día en que la muerte, el dolor y el llanto dejarán de existir (Apoc. 21:1–5).

Podemos confiar en que en el Juicio Final Dios tratará a cada ser humano con justicia y amor. Todos nuestros seres queridos que murieron en Cristo resucitarán de entre los muertos para estar con nosotros por toda la Eternidad. Los que no son aptos para la vida eterna finalmente dejarán de existir, sin tener que vivir en un cielo para ellos “desagradable” o en un infierno que arda eternamente. Nuestro mayor consuelo proviene de la manera justa en que Dios trata a todos. Cuando la muerte deje de existir definitivamente, los redimidos exclamarán con júbilo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:54, 55).

El Señor prometió que, en el cielo nuevo y la Tierra Nueva que creará, “de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isa. 65:17). Esto no significa que el cielo será un lugar de amnesia, sino que el pasado no socavará el gozo perdurable del cielo.

¿Quién no ha sentido aquí los injustos estragos de la existencia humana? Especialmente en esos malos momentos, ¿cómo podemos aprender a confiar y, en lo posible, regocijarnos en la bondad y el amor de Dios?

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